LA UNIVERSIDAD ANDINA SIMÓN BOLIVAR ORGANIZA EL CONVERSATORIO Y RECITAL 8 POETAS DEL SIGLO XXI: MEMORIA, CUERPO Y CIUDAD EN LA RECIENTE POESÍA ECUATORIANA, EN EL MARCO DE LA CELEBRACION DE LOS 20 AÑOS DE CREACIÓN DE LA UNIVERSIDAD ANDINA SIMÓN BOLIVAR, SEDE ECUADOR. TODOS ESTÁN INVITADOS.
A Propósito de la Edición de la Antolgía Premonición a las puertas (17 jóvenes ecuatorianos) preparada por el maestrando freddy Ayala Plazarte, se organiza este evento literario, por lo que invitamos a amigos y amigas a asistir.
El evento se realizará el día miercoles 18 de julio de 2012 en la Sala Manuela Saenz de la Universidad Andina Simón Bolivar a las 19h00
PREMONICIÓN
A LAS PUERTAS
Reciente
poesía ecuatoriana
(Autores nacidos a partir de 1979)
Publicado
por la Editorial Universitaria, Departamento de Comunicación y Cultura,
Universidad Central del Ecuador, 2012.
Estudio, selección y recopilación:
Freddy Ayala Plazarte
Este
libro ha sido presentado en el mes de febrero durante la XXI Feria
Internacional del Libro, y en el mes de Mayo por el 16 Festival Internacional
de la Poesía, ambos en la Habana-Cuba 2012.
Dejamos
a consideración del lector una muestra del contenido y un fragmento del estudio
introductorio.
CONTENIDO
Prólogo: Iván
Oñate
Capítulo. I
Reciente poesía ecuatoriana
1.1
Una propuesta que reescribe cotidianidades de la condición humana
2.1
Reciente poesía en la cultura actual
3.1
Simulacro de tantas realidades
Capítulo. II
4. Anuncios clasificados
4.1
De anteriores y nuevos proyectos literarios
Capítulo. III
5. Premonición a las puertas
Oswaldo
Calisto Rivera Cachibache (Quito, 1979-2000); Juan Carlos Astudillo (Cuenca,
1979); Luis Alberto Bravo (Milagro, 1979); Johanna López Santos (Quito, 1979); Carlos
Luis Ortiz (Alausí, 1979); Rocío Soria (Quito, 1979)
Alexis
Cuzme (Manta, 1980); María de los Ángeles Martínez (Cuenca, 1980); César
Eduardo Galarza (Guayaquil, 1981) ; Santiago Vizcaíno (Quito, 1982); Fabián
Darío Mosquera (Urabá-Colombia, 1983); Dina Bellrham (Milagro, 1984-Guayaquil,
2011)
Wladimir
Zambrano (Guayaquil, 1984) ; Andrea Samaniego (Quito, 1985); Víctor Vimos
(Riobamba, 1985); Yuliana Marcillo (Chone, 1987); Sonia Montenegro (Tulcán,
1988)
INTRODUCCIÓN
Freddy
Ayala Plazarte
Y mientras alguien –luego de haber
cumplido con el disciplinamiento de portar un informe –corre tras el bus para
no retrasarse a su trabajo, para mostrarse ante los demás con una imagen de
exactitud, puntualidad; y no obstante, en el radio se vierten informaciones,
sobre todo político, a veces resuenan melodías musicales, sin embargo, hay
abundante humo en las cortinas.
Alguien
advierte el tráfico latente en alguna avenida, y tras este descalabro de idas y
ruidos de tacos, zapatos, quedan migas de pan en la mesa, una cama con las
cobijas en desorden, gotas de agua que salpicaron al espejo; tintes, peinillas,
aretes y correas desperdigas, y una fuerte luz que atraviesa la piel hasta los
huesos como anunciando otro día; y cada vez queda más pelo en la almohada; es
la invocación urbana del amanecer.
Sin
embargo, más tarde, hacia el meridiano, por una esquina el viento se posa sobre
la sangre de una cabeza cortada, y de pronto, otra ventisca avienta un
voluptuoso cuerpo femenino: es el periódico que una señora porta entre sus
manos, y en el trayecto de una vereda un hombre extiende sus brazos para
recibir una moneda, hay mujeres que corren con un niño entre sus brazos, pero
también, quienes portan una corbata hablan menos con el que va a su lado, y el
cielo solo cambia de angustia cuando las nubes se juntan o se emplazan, parece
que lloverá.
No
obstante; alguien me ofrece un pequeño afiche donde está impresa la fecha de un
concierto de rock, en la cual dice; , cinco dólares la
entrada más el cd promocional, y antes de desprenderme de la vereda hacia la
próxima calle, recuerdo haber olvidado el reloj en el cuarto. Creo que me he
internado en otros tiempos, pero todos pasan rápidamente, casi nadie se
detiene, a menos que un semáforo lo haga; es la travesía de la ciudad, un
logaritmo de imágenes.
Hacia
las seis de la tarde veo que una mujer ignora sus espejos internos y deshila su
cabello para sumergirlo en el agua, a espaldas de un monte queda algo de luz y
entre las lentes de un ciego oscurece, pero él tantea con
su bastón en el césped la siguiente pisada. Y los niños olvidaron sus canicas
en el agujero de tierra, y antes de irse, con un clavo dibujaron
circunferencias. He vuelto a mi cuarto, ha pasado la medianoche, la ciudad
también silencia.
Alguien como el tiempo me ha invitado a
condensar distancias y lejanías, alguien como el tiempo me ha hecho ver que ya
no hay tiempo atrás de los relojes, y por esto, llevo en la memoria ausencia/
presencia de voces, sonidos, olores, formas, cuerpos, imágenes, mutismos;
¿Acaso en aquel destiempo de retornar a los rituales de lo ausente se pretende
invocar al mismo ser? ¿Quizá el
retorno más cotidiano y sólido sea volver a habitar en la imagen cuando el
mundo físico desaparece?
Y
por aquellas formas oníricas y urbanas de habitar la “realidad” es un desafío
asumir la responsabilidad de visualizar la propuesta “Premonición a las
puertas” Selección de la Reciente poesía
ecuatoriana, elaborando perspectivas para dar enfoques acerca del panorama
cultural latinoamericano/andino. Como ambivalente, complejo, ambiguo,
paradójico, las ciudades latinoamericanas se han constituido desde diversos
discursos entre el poder y la dominación, que dicho sea de paso, es lo que ha
caracterizado al proyecto de la modernidad.
En
tal perspectiva, me permito abrir un paréntesis de referencias para
contextualizar la construcción de los discursos poéticos, en las
temporalidades: sincrónica, diacrónica, anacrónicamente; de hecho, la poesía
está en y contra el tiempo, a la vez mutando a otras dimensiones; términos
fractales como memoria, urbanismo, tradición, modernidad, erotismo y profano;
humor, metafísica, mitos, psicodelia, infancia, ironía, feminidad, son relatos
que nos convocan a relacionar históricamente lo andino/latinoamericano.
Precisamente hablar de la Reciente poesía
ecuatoriana es mirar también hacia atrás.
Por una parte el escenario Abya-yala, en
la América ancestral, donde las culturas primordiales, mediante la oralidad,
los ritos y tradiciones, edificaron memorias, símbolos para celebrar a la
Tierra, la comunión entre el runa andino y su entorno, según Joseph Estermann, no
obstante, fue vital para asimilar que había una memoria oral, donde el aborigen
mediante la cosecha y el ritual encontró sentido a sus orígenes, en el pasado,
en los dioses.
Sin
embargo, este espacio simbólico y cosmovisión fueron violentados, extirpados
tras la conquista; la colonización dio como resultado regímenes de imposición,
me refiero a América Latina; pero a pesar de regímenes como la evangelización y
el entrecruzamiento étnico, que dieron resultado el mestizaje, hubo una
reinserción de la imagen idolátrica y resistencia al patrón hegemónico con el
barroco, por tanto, el sincretismo ha sido el vínculo entre lo “autóctono” y
“apropiado”.
América “Latina” y América “Andina” son
dos discursos unificados y legitimados en el imaginario de las sociedades
latinoamericanas. ¿Acaso somos lo uno y
lo otro? Y estos argumentos permiten mencionar el gran poema Boletín y Elegía de las Mitas del
cuencano César Dávila Andrade, donde se condensa el problema racial, colonial,
de reclamo al origen, y usando la categoría “heterogeneidad” de Antonio Cornejo
Polar, decir que en Latinoamérica, históricamente, se ha traspuesto lo oral y
la letra, donde cohabitan las diferencias.
El
Quechua peruano, el Quichua ecuatorial, el Aimara en Bolivia, el Inga en
Colombia, el Mapuche en Chile o el Zapoteca en México, son algunos de los
dialectos que persisten, a pesar que el claroscuro llamado “progreso
tecnológico-industrial” incentive a que el inglés sea el idioma estándar de
difusión en instituciones educativas.
¿Acaso
no debemos también reconocer nuestras memorias genéticas, ancestrales?, y bajo
estos parámetros hablar de heterogeneidad es referirme también a las estéticas
urbanas de la modernidad; porque la suma de estos discursos, étnicos,
genéricos, urbanos, ancestrales, ideológicos, ya caracterizan histórica y
culturalmente a nuestras Naciones.
Ya
lo ha dicho rigorosamente Carlos Fuentes; “Todo escritor nombra al mundo, pero
el escritor latinoamericano ha estado poseído de la urgencia del descubridor.
Si yo no nombro, nadie nombrará. Si yo no escribo, todo será olvidado. Si todo
es olvidado, dejaremos de ser”.
Respecto de la heterogeneidad pienso que
Europa ya no está en Europa; Europa está en una calle, en un cine, como
representación teatral, vitrinas de libros, en un bar de mi misma ciudad; por
la vereda encuentro varios locales con iconografía extranjera, a la manera de
Borges que desde su Buenos Aires escribía la hermenéutica de sus relatos en
torno a mitologías islandesas o germánicas, es decir, Borges fue el más
latinoamericano de su tiempo.
¿Acaso
también hemos sido antropófagos en el sentido de devorar marcas, productos,
imágenes de lo extranjero e integrarlo en nuestro contexto?. Actualmente la
urbes son los principales escenarios para visualizar relatos como la poesía;
desde la negación o afirmación, las urbes empoderan incertidumbre en el sujeto
de la modernidad, ahí es donde emergen los discursos y diferencias, luchas
simbólicas, y a pesar de esto, la poesía da cuenta de los mundos internos de un
mismo individuo.
No obstante, lo “civilizado” y la
“barbarie” conviven con el sujeto de las urbes, como dos oposiciones binarias
para establecer el orden o el “caos”. Ahí, es donde se estandarizan e
institucionalizan movimientos sociales-políticos. Pero la barbarie ha sido un
discurso explotado para legitimar el poder, sin embargo, también ha sido un
discurso para que la poesía reivindique a lo marginal, a lo que se niega en el
espacio público, lo que históricamente sucedió con relatos como el indígena, la
negritud.
Y
si mencionamos estéticas literarias de “barbarie” (surgidas después del
romanticismo) que utilizaron la poesía y pintura ya en el siglo XX, como el
movimiento de la antropofagia brasileña con Oswald de Andrade y Tarsila do
Amaral, usando la categoría antropofagia
para reivindicar al aborigen, que en tiempos de la colonia fue exotizado y
tildado como caníbal, así mismo,
irrumpió el indigenismo en revistas peruanas como Boletín Titikaka de los hermanos Peralta, Amauta de Mariátegui, o Motocicleta
de Hugo Mayo en Ecuador.
Desde
la propuesta vanguardista de los años 30, principalmente Perú, Bolivia,
Ecuador, la consigna fue visualizar la imagen del indígena, pero por fuera de
las “estéticas” y “esencialismos” actualmente en nuestro país tenemos amplitud
de grupos étnicos como la negritud, el cholo, el montubio, o las comunidades y
organizaciones en la Amazonía.
Pueblos étnicos que han edificado sus
formas de vida desde tradiciones orales, esa transmisión fonética de mutuas
generaciones donde la memoria ha sido el recipiente en el cual se ha depositado
un pasado primordial, casos de celebraciones tenemos en varios puntos del país
como el festival de la tradición oral en río Caña-Ayacucho, Manabí, que
anualmente convoca en su celebración a otros grupos étnicos del país.
El
montubio y la cosecha, el montubio y la conservación de la semilla, y sus
identidades de vestimenta y creencia son algunas de las cosas que se discuten
en el evento, además, se muestra al espectador la poesía popular con el
amorfino, que es parte de la identidad montubia, se dan cita poetas como
Dumas Mora (Calceta, 1930), conocido como el poeta del carrizal, repentista, y
por herencia de abuelos y paterna desde sus once años de edad ha optado por la
oralidad para cantar a la mujer y a la naturaleza en sus coplas, décimas y
quintas, pero estas referencias son esbozos de nuestras culturas, de lo que
caracteriza a los conceptos andino/latinoamericano.
De tal manera; es una “barbarie” también
evidenciar que el problema de la raza es por el color de la piel, como Sartre
afirmaba que es imposible no ser racista, pero a mas que el problema racial se
tensiona en el binario negro-blanco, también interpela otros regímenes
marginales y excluyentes que no están en la piel, sino que forman parte de la
mirada de la sociedad, dando como resultado fragmentación, escisión del sujeto.
A diferencia de lo racial tenemos otro aspecto como lo étnico que no es
cuestión de el color, lo étnico mas bien se vincula con las culturas propias,
originarias de un espacio geográfico, etnias que se caracterizan por poseer
códigos, vestimenta, símbolos de comunicación, ceremonias de identificación y
convivencia con la tierra.
En
tal medida; ¿A qué se debe haber citado dos tópicos en constante tensión como
la raza y lo étnico? Porque es importante visualizar y exponer al lector que
poetas ecuatorianos como Nelson Estupiñán Bass y Antonio Preciado, o Adalberto
Ortiz de la provincia de Esmeraldas, representan voces de la negritud, porque
la poesía les ha permitido deconstruir discursos como , y en tono de protesta
social y reclamo han indagado por la
equidad, rescatando mitos, prácticas, trasmitiendo el jolgorio en sus poemas,
las creencias y modos de hablar-actuar en el sujeto afroecuatoriano.
Y
en relación a lo argumentado es relevante el libro Piel negra máscaras blancas en el siglo XX escrito por el filósofo
Frantz Fanon, quien fue uno de los defensores e influyentes pensadores para la
negritud, una de sus premisas decía: “el negro no es un hombre”, Fanon asume
una postura revolucionaria con lo citado, ya que el hombre es el “monstruo”, y
propugna por un renacimiento de lo que se entiende como negro, por la
desigualdad en la que históricamente ha sido concebido.
Y a más de esto, cabe pensar que
actualmente somos actores y expectantes de tendencias estéticas de
contracultura, sociales e ideológicas, es decir; formas culturales que poseen
prácticas y modos de dar sentido a la realidad desde sus espacios; así, el
punk, el rock, hip hop, rap, algunos grupos han decidido cantar sus letras en
quichua. Además tenemos colectivos de teatro, literatura, cine, pintura,
movimientos LGBTI, en los cuales se construyen nuevas identidades de género,
partiendo de los regímenes; masculino/femenino, y donde el cuerpo es el
escenario para que el sujeto se reconozca como el “otro”; por otra parte, a
raíz de los debates epistemológicos en los 80 sobre el feminismo, y desde los estudios
decoloniales, se han buscado alternativas para reposicionar a la mujer que
históricamente en la representación de Occidente, ha sido negada.
¿Acaso
lo señalado anteriormente no son posibilidades para comprender la Reciente poesía ecuatoriana? Ecuador, país ecuatorial, donde la
modernidad se manifiesta más en la tecnología, en las calles y anuncios
publicitarios, en el desarraigo, porque tenemos lo antiguo y lo moderno para
estar en la “realidad”. Inevitablemente estamos atravesados por los discursos
que acabo de exponer, y a pesar de que en nuestra sociedad la lectura es un
déficit evidente, los discursos poéticos toman fuerza. El hecho de que a veces
no haya recursos o políticas culturales para que varios autores actuales
publiquen, no impide que también se publiquen nuevos títulos.
Es un tiempo de estéticas, de
reproductibilidad a la manera de Benjamín, donde se copia el pasado y se
reinventa en el presente, la imagen cinematográfica ha sido beneficiada en un
proceso tecnologizado, donde el arte y la tecnología han convivido con el
pasado. Y por estos factores, es un reto proponer la selección de la Reciente poesía ecuatoriana. Ciertamente
una obra no se legitima por la edad, o la condición social del autor, y es
necesario mencionar que este trabajo es una selección y no una “antología”; más
acertadamente sería hablar de una recopilación, porque a medida que avanzaba la
investigación uno y otro autor; pues inicialmente se indicó que este trabajo estaba
abierto a debate.
Hace
5 años inicié un trayecto de viajes, contactos, envíos de libros, reuniones,
asistiendo a eventos como encuentros, recitales, conferencias acerca de la
poesía. Desde el inicio se informó y se dieron a conocer los planteamientos de
esta investigación a todos los autores interesados en el tema, y por ende, se
hizo una lista general de autores.
Aun
así, estoy consciente de las limitaciones de este proceso de investigación,
como el hecho de voluntariamente recopilar autores y estar conscientes de no
contar con los medios para mayor difusión y agrupamiento en la selección, y que
por cierto, habrán más autores jóvenes del país que hayan publicado su obra y
de los cuales no tengamos conocimiento; mas, en lo posible se ha procurado
establecer una lista de autores con publicaciones como registros válidos de
trabajo y oficio. Algunos con apoyo de instituciones y otros que desde la
autogestión, han estado permanentemente participando en recitales, talleres
literarios y en sus mismos grupos o individualmente.
En tal medida, mantengo el criterio que
este tipo de selecciones sean actualizadas, reeditadas, reelaboradas, e incluso
refutadas, lo cual puede constituir un apoyo para futuros autores que
publiquen. Es decir, nuestra intención principal es la de registrar un grupo
visible, actual, de escritores, para que el proceso pueda ser continuado por
los siguientes. La propuesta “Premonición a las puertas” Reciente poesía ecuatoriana agrupa una lista de 17 autores que han
confirmado su deseo de participación en esta muestra.
Y
con respecto al panorama de recopilaciones y selecciones nacionales de poesía anteriores
a ésta, cabe señalar la antología de poetas jóvenes “Ciudad en verso” de Xavier
Oquendo Troncoso, ofrecía una muestra del trabajo de novísimos escritores de
distintas ciudades a mediados de los años 90 y que actualmente rebasan los
treinta años de edad; las memorias del I Festival de Poesía Hugo Mayo, y el
I,II,III Festival de poesía joven Ileana Espinel Cedeño (CCE, Guayas) y el
Grupo Buseta de papel, además, las muestras actuales de poesía joven en Fractales I (CCE, 2008) y Fractales II (Drugos de la naranja
editorial, 2011).
Entre otras antologías que constituyen
un antecedente de muestras de poesía ecuatoriana, están la del Ministerio de
Cultura con Diario El Telégrafo, que
editó dos tomos de Poesía Ecuatoriana,
realizada por el crítico Hernán Rodríguez Castelo, una de las muestras más
aproximadas al quehacer poético ecuatoriano; La palabra perdurable (Guayaquil,
1993) de Fernando Balseca Franco; Poesía viva del Ecuador de Jorge Enrique
Adoum; la editada en 2008 por editorial Eskeletra y Ángel Editor: La voz
habitada (siete poetas ecuatorianos frente a un nuevo siglo); 10 / 80 veneno
para poetas (10 poetas ecuatorianos en los 80) realizada por la editorial
K-Oz; Antología: la poesía del Siglo XX
en Ecuador (Colección Visor de Poesía. Madrid-España, 2007) realizada por Edwin
Madrid; 'Antología poética española y ecuatoriana contemporánea' de Edgar Allan
García; La voz de Eros (dos siglos de poesía erótica ecuatoriana) de Sheila
Bravo; Palabras para abrir un mundo (23
poetas ecuatorianos del siglo XXI, Editorial Mar Abierto, 2011) de Augusto
Rodríguez, también de la editorial Alfaguara Literatura ecuatoriana (antología de poesía y cuento) realizada por
Iván Carvajal y Raúl Pacheco, publicada en el 2009.
Cabe
añadir la realizada por varios escritores y críticos, Historia
de las literaturas del Ecuador (Universidad Andina “Simón Bolívar”), Tomo I
hasta el Tomo XII, donde se recoge por géneros literarios y con redacción
histórica se da a conocer la literatura ecuatoriana desde la época colonial
hasta la época actual, podríamos seguir enumerando pero por referencia
bibliográfica lo citado es únicamente para contextualizar anteriores procesos,
y también vale dar una observación al libro ‘Amanece
en nuestras vidas` Antología de poesía y cuento de mujeres indígenas
ecuatorianas (Ministerio Coordinador de Patrimonio), donde la consigna es
reposicionar la imagen femenina en la literatura en perspectiva central el
indígena, como antecedente de la construcción poética desde un entorno aborigen
y natural, y quizá estos libros nos convocan a reflexionar sobre el grado de
vigencia que tienen actualmente los discursos de lo plurinacional,
multicultural, intercultural, y cómo operan en el imaginario social, si se han
decolonizado estas miradas que marginalizan al otro o continúan siendo un
síndrome poscolonial.
Sin embargo, está claro que en ninguna
antología de las mencionadas podemos encontrar a todos los autores, ya sean por
épocas (sincrónica) o por generaciones (diacrónicamente); aún sin dividirlos
por edades, realizar una selección es un aspecto relativo que va más allá de una
cita de escritores. Es un trabajo que exige rigor y perseverancia. Por otra
parte, la globalización, la proliferación de redes como Internet, han hecho
posible ir estableciendo contacto con escritores jóvenes de otras ciudades Todo
esto ha ido alimentando nuestra convicción acerca de la existencia de una Reciente poesía ecuatoriana.
En
este sentido, las selecciones promueven y son medios para dar a conocer obra de
diversos autores nacionales y proyectarlos hacia fuera de nuestras fronteras. Es
importante saber lo que sucede en los distintos lugares del país y cómo se va
construyendo y dando sentido a otras realidades desde la poesía.
Así,
en breves analogías y diferencias presento este libro, Premonición a las
puertas Selección de la Reciente poesía ecuatoriana,
17 autores nacidos a partir del año 1979; Oswaldo Calisto Rivera Cachibache
(Quito, 1979-2000), Juan Carlos Astudillo (Cuenca, 1979), Luis Alberto Bravo
(Milagro, 1979), Johanna López Santos
(Quito, 1979), Carlos Luis Ortiz (Alausí, 1979), Rocío Soria (Quito, 1979),
Alexis Cuzme (Manta, 1980), María de los Ángeles Martínez (Cuenca, 1980), César
Eduardo Galarza (Guayaquil, 1981), Santiago Vizcaíno (Quito, 1982), Fabián
Darío Mosquera (Urabá-Colombia, 1983), Dina Bellrham (Milagro, 1984-Guayaquil,
2011), Wladimir Zambrano (Guayaquil,1984), Andrea Samaniego (Quito, 1985),
Víctor Vimos (Riobamba, 1985), Yuliana Marcillo (Chone, 1987), Sonia Montenegro
(Tulcán, 1988), un grupo de autores que desde cada propuesta dicen y generan
significación, es decir cada propuesta dialoga con un patrón simbólico de su
propio creador, a la vez, que cada propuesta es un fragmento para ver los
grados de ambigüedad de nuestro país (barroco, tropical, andino, latinoamericano);
enunciar desde o por fuera de Ecuador es ya una manera de afirmar el origen.
En tales argumentos; podemos dejar una
constancia e hilo conductor en la poética de cada autor, en torno a los temas
que cada quien maneja, pues la intención no es jerarquizar tendencias o ismos, más aún, compararlos con autores,
creo que al hacer este tipo de afirmaciones la poética de un autor
contemporáneo pierde vigencia, sino mas bien, nos interesa acercar la
subjetividad del lector a la subjetividad del poema y del poeta.
Entonces,
tenemos el misticismo en los poemas de Cachibache, al leerlo uno piensa en la
antigüedad, mediante el lenguaje entabla un diálogo con un espejo místico, propio
de la espiritualidad del ser humano, con paisajes y animales exóticos,
jardines, pasajes y personajes religiosos: ¡Ah,
monje huyendo entre viragos críos de cafetín!/ alcanzó rasgar de grana sedienta
lamentables perfiles en adopción/ velámenes del tatuaje becado/ y fieles
articulando la ribera en sudario.
En
Juan Carlos Astudillo está latente la ausencia, como espacio trascendental, y
el poema es reclamo, es retorno, una búsqueda de sí mismo en lo deshabitado, en
sus poemas la memoria se convierte en un letrero para advertir que lo vivido
forma parte de una queja: viven las
imágenes de mármol entre los sabios verdugos de la agonía,/ sus fauces largas
cascadas de ausencia, abismos/ de lluvia enlatada y otros tantos de soledad…
A
Luis Alberto Bravo le motiva el por art, la imagen cinematográfica, es decir,
su poesía teatraliza la infancia humana –irrepetible –con acciones juveniles
que asemejan un filme, donde la moda urbana es un mito que desencanta al
individuo contemporáneo, arraigado a un discurso de ironías: Pero hay chicos susurrando/ a las chicas en
el oído,/ una canción/ que creían haberla bailado antes. (…) El amor entra en tu corazón/
como el humo del
vinilo/ en la quema de long-plays.
La
poética de Johanna López Santos pone en cuestión al femenino entre un yo
“íntimo” y un yo “público” del sujeto, es decir, donde las falsedades
cotidianas edifican la vejez en personajes antiguos, pero con el lenguaje
deconstruye su feminidad y lo reinvierte en perspectiva angustiosa: En la nostalgia del mes/ vos argumentas;/ de
voces pálidas,/ de marcos complejos;/ esta agonía de recuerdos…(…) lo último que deseo es/ mirarme en tus ojos/
para destrozarme de nuevo, nuevamente,/ novatamente….
Carlos
Luis Ortiz en su poesía se muestra prosaico, con un manejo de la imagen en
símbolo de infancia; es un niño el que escribe, a la vez es un niño y un hombre
quien recuerda ejercitando la angustia del tiempo en la repetición, su memoria
radica en volver sobre lo vivido con un rasgo metafísico y reflexivo; No me
duele el tiempo,/ mi madre vela por mis huesos cuando duermo.(…) Me
elevo hacia la tarde/ entro en ella como un hijo desterrado de todos los
vientres y de todas las aguas.
Para
Rocío Soria el erotismo (advierto que no es el eros seductor) y lo profano son
dos virtudes para construir una poética del cuerpo: hiriente, lacerante,
autodestructiva, bajo cuatro paredes, son las mujeres; hijas del poema, quienes
en el desamor dejan huellas profanas, y ahí el dolor se vuelve humano,
cotidiano: Las otras de mí/ deben haberse
contenido el peso de las pupilas/ en los pañuelos de sangre (…) Cuerpoamor, cuerponada./ La noche anida
muertes subrepticias, /insondables, /pájaros revolotean por las márgenes de los
cuerpos (…)
Si
pensamos en una ciudad violenta y en ciudades violentas que habitan en cada
individuo, entonces, habitamos la poesía de Alexis Cuzme, a la manera de una
crónica sangrienta evidencia un malestar individual-colectivo, y sus poemas
elaboran una imagen transgresora porque niega las normas del canon social: Escucho Criminal a todo volumen./ La muerte
desde dos parlantes/ es más hermosa /que correr la cortina/ y ver a mi vecino/
agujereado en la cabeza.(…) Repugno esta ciudad/ de cuellos rotos,/ gargantas
sonrientes/ por tajos demenciales,/ estómagos obesos (…)
La
poesía de María de los Ángeles Martínez está sujeta a un conflicto irónico entre
el binario; masculino-femenino, es ella (la poesía) la que advierte y
reposiciona a la mujer,
más
aún, hablando en perspectiva contemporánea enuncia con un lenguaje coloquial el
permanente quebranto de la convivencia: He
visto a mi hombre/ tirado en el baño vomitando/ sus vicios y vacíos/ hasta la
madrugada./ A veces le he dejado/ en la fría baldosa. (…) Pero qué importa/ todo el dolor,/ él jamás
se acuerda/ al día siguiente/ y yo finjo que tampoco.
Marcar
la piel, retornar al ser en dimensión
marítima, sustituyendo a un dios mitológico por un semejante suyo, escribir
desde la conciencia de lo ausente, elaborar una imagen propia con la palabra
donde las paradojas íntimas del hombre están expresadas como un tatuaje, esto
parece abrir el espacio simbólico de la poesía de César Eduardo Galarza, ya que
cuando
recuerda edifica más ausencia: La ciudad
que edificaste/ fue cubierta por el mar./ Sus habitantes murieron/ y los dioses
templan sus atarrayas/ donde alguna vez escribiste tu nombre.
Santiago
Vizcaíno es un poeta que indaga lo insoportable de la condición existencial del
ser, desde una óptica desoladora, el
empleo de la metáfora le permite condensar un panorama de incertidumbres donde
la soledad no actúa como un síntoma, sino que es imagen inquebrantable del
sujeto: Olvida que soy yo el habitante
que sonríe./ Asimila la virtud del horizonte que se acuesta./ Acompaña esta
mañana con los guijarros/ que se descuelgan de la risa (…) Olvida que mañana sabrán que estoy solo,/
que rezaré, bajo la Virgen, y diré:/ «Haz de mí el animal que ríe mientras mira
el horizonte».
Desde
la imagen del padre, la madre y el hijo, Fabián Darío Mosquera, edifica un
mismo cuerpo; onírico, celestial y carnal, en su poética hay resonancias,
pulsiones que elaboran recuerdos a partir de la memoria y el deseo, la infancia
(el hijo) es un mito pero en la medida que recurre al insomnio: ¿Recuerdas, Hermana Madre?/ ¿Recuerdas el
grosero silabario de los días sobre el pastizal ardido como boca de/ viejo? (…)
Y en esa luz labradora aceptaré malgastarme como en un sexo como en un dios/
cauterizado por el albedrío/ del relámpago.
En
la poesía de Dina Bellrham hay una preocupación psíquica y deseante, una exploración
interna por visualizar el lado inconsciente del femenino, símbolos como
títeres, muñecas, zapatos, sobre todo, un espejo que refleja un “yo” en su
otro, su otra, sus otras, quizá sea la metáfora de dar sentido a la condición
humana con el conflicto y la lucha simbólica por ser-en-el-mundo: He vivido masturbándome los dedos/ y
lamiendo lluvias taxidérmicas (…) Éste
intento de hablar con espejos/ ha sido un digerir sin calorías; / me he perdido
con el tiempo, soy de ayer (…)
Si
asumimos como un metódico insomnio lo que Wladimir Zambrano con su lenguaje
poético realiza, una exploración de imágenes delirantes en torno a la realidad
externa y desde las cuales interpela sus
mundos internos, entonces sentimos memoria, porque entre el hombre, la ciudad y
el océano, se ritualiza un viaje que no está en el sujeto, únicamente en el
futuro poema:
Y otro barco de la piel gastándose en las
formas de mi sueño./ (…) una materia
que pesa,/ pero se escapa de mis manos…/una palabra que escribo,/ pero se
borra…/ Voy a cortarme la mano derecha,/ enterrarla en el jardín
y esperar a que crezca
un hombre.
Para
Andrea Samaniego poetizar desde el cuerpo es una forma de encontrar provocación
en el otro, pero es un cuerpo que se erotiza como imaginario mas que como un
performance hecho, es paradójico definir el carácter genérico en sus personajes
porque imitan posturas y acciones esquizoides: Muriel agoniza en tu intento fallido/ Tus ganas ebrias esquivaron/
cuerdas y pastillas. (…) Dice que recordar los ceros es
vulgaridad/ ¿Deberá usar el escalpelo? Lo he traído por algo/ ¿Comer sushi en
su ombligo?/ Si es un performance.
Victor
Vimos ha encaminado su poesía en un contexto mediático y ambiguo como la urbe,
ya sea por existir una aleación entre la ciudad moderna y lo queda de la ciudad
vieja, donde la soledad es un mito para debatir la complejidad irresoluta del
ser humano, porque son voces, insonidos, sombras, los que nos acercan a un
origen esencial: acostumbrado
a esconder las palabras/ en el silencio de otras voces, en el cuerpo de otras
voces,(…) aprendí
que el origen de la tristeza está en la raíz del aire,(…) y encuentro al niño que fui, remendando/ las
alas de un abrazo.
En
Yuliana Marcillo indagamos una manifestación irreverente con el cuerpo
femenino, cabe pensar en una imagen “monstruosa”, mientras desoculta lo que
calla el otro, busca afirmarse en la negación, y lo evidencia desde
perspectivas como la ciudad, la moral, la religión, el sexo, y esto en el espectro
dualista eros y tánatos: Ella llora en
una esquina porque el amor le vio las güevas/ Usa minifalda y en desuso están
sus tetas. (…) Tú le estás dando por
la vagina/ y yo me estoy dando por los ojos. / Porque no es cuestión de meter y
sacar/ si de todas formas me dejas jodida.
Sonia
Montenegro elabora un discurso poético vinculado al nexo umbilical de su
construcción femenina, referentes como el génesis bíblico (Eva), mitológico
(Venus) y una identidad que averigua por sus mujeres a través de cualidades
metafísicas como el alma: Duermo debajo
del mar que habita en el útero de/ una flor doy un paso, hacia el pasadizo
secreto,/ horario obsceno (…) Ella
trata de alcanzar ese polvo dorado
que rueda sobre una
estrella sedienta.
Y finalmente quisiera mencionar y dar un
agradecimiento especial a quienes desde el inicio confiaron y creyeron en este
largo proyecto; a pesar que muchas puertas se cerraron y otras se abrieron, Premonición a las puertas es un libro
que estuvo en las manos y miradas de varias instituciones y personas, pero solo
el tiempo prolongado y la paciencia le dieron un espacio propio de visibilidad.
Debo recalcar que se pudo difundir parte de este trabajo en revistas de México,
España y Perú.
Así dejo mi gratitud compartida en
diálogo: al colectivo literario la.kbzuhela por la difusión, al escritor Diego
Velasco Andrade y sus archivos de actuales poetas ecuatorianos (as), al
Licenciado Carlos Rodríguez y el Departamento de Cultura y Comunicación de la
Universidad Central del Ecuador, Iván Oñate, Cristian Avecillas, a Raúl Serrano
Sánchez en la Universidad Andina “Simón Bolívar” Sede-Ecuador.
A
la editorial Círculo de poesía por
confiar y publicar parte de esta publicación en el año 2009 en el periódico El columnista, Puebla-México; a Efraín
Espinoza Falconí y su revista Página Zero
en Palma-Mallorca, España, a Raúl Hernández, quien dirige la revista Cultura de Veracruz-México y gentilmente
valoró la propuesta e hizo un número especial en toda la revista No.55, con el
título Novísima Poesía Ecuatoriana; y en otro número publicó una edición
especial en homenaje a nuestro gran poeta de la vanguardia Hugo Mayo. También a
la Casa del Poeta Peruano, Lima-Perú, a su presidente José Guillermo
Vargas y a Joan Viva, poeta y diseñador
de la página web, por dedicar una página especial bajo el título Premonición a
las puertas Reciente poesía ecuatoriana.
Mi
reconocimiento especial a los autores que enviaron sus textos y autorización; a
los familiares de los autores ausentes como Dina Bellrham, Oswaldo Calisto
Rivera (Cachibache), que sus voces son
una resonancia de luz.
Y
sobre todo a mi familia, que a pesar de las miradas que se han ausentado,
cosechan la cercanía, por siempre.