lunes, 1 de octubre de 2007

DEL CUANTO AL CUENTO PRECISO E INVOLUNTADES

PAÚL MIÑO

EXTRAÍDO DE SU LIBRO:
“CUENTOS INVOLUNTARIOS”

LA NADA ÍNTIMA

La nada íntima se desborda a bocanadas por los pasillos blanqueados a fuerza de tiempo y sementina. Desde sus claros pliegues reverberan, como el sol de medio día en el asfalto, los hologramas rudimentarios de la memoria.

Dinámicas y opacas, las figuras se desvanecen en el éter del ambiente y se vuelven parte de la estructura, duplicando su peso sobre los hombros del vidente.

Levantando la mirada, las paredes se acrecientan y el aroma que gotea por sus caras no se hunde ni al paso de los siglos. Un olor a corcho… un olor corcho que nunca desfallece y se apropia de los meandros excretados por cada conciencia que entre los muros ha transitado.

Y como la sombra detrás de todo lo que está… de todo lo que es, circulan vagamente las voces y sonidos memorables de unos cuantos elfos, insignificantes y tiernos, que se esfuerzan gritando para asegurar sus existencias…

Al final, sólo la Conciencia Máxima de la Insignificancia restaura la nada íntima, que floreciente en cada vórtice de la estructura, se vuelve bruma, se vuelve gasa, velo y visillo, para dejar pasar translúcidos cuerpos fugaces atiborrados de ideas livianas, que permiten mantener en orden la dieta existencial.

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