lunes, 9 de abril de 2007

SIMBOLISMO CONTEMPORY


DE MIS MUERTOS
POESIA
Freddy Ayala

Cuando mis muertos resuciten
sabré que hay más allá de mi dolor
Repleta de enanos está la abadía
es anciana la noche que me espera
renuncio a ponerme algodón en la sangre
cuando encuentro vacía tu habitación
me disparo un mar de soledades

Los insectos se acuartelan por la tubería
se van pisoteando mi nombre
la muerte es la mejor posada para un mortal
llega desnutrida espera la hora de cenarme
se ríe en mis descuidos

Un suicida acuña en sus dientes la epístola
donde se esconde el fallo de las ánimas
mi árbol apoya su pómulo en tu bastón
el estanque tiene peces amargos
mi tristeza asciende un acantilado
y se enferma en tus pupilas
en la yema de tu cuello pierdo la saliva
Tu lunar se hunde en mi arena movediza
la venganza de tus puñales
ladran en la copa de mis poros
te vendo mi orgullo por una palabra
que ha pasado un día en la cáscara del sol
Desde la ventana de mi lágrima
veo como muere la ceguera en el borracho
el viento padece de parálisis
cuando se atreve a rozar mi cuerpo
tu adiós se sienta en la mano atraganta mi paladar

Me abandono en el espejo de tus rocas
destruyo mi alegría en las venas del amanecer
boquetes del océano inflaman mi fiereza
toco tu campana para anunciar mi partida.

Viene la mucama sumida en sus párpados
a eyacularme una sonrisa
encierra mi existencia en un anillo tatuado

un esparadrapo envuelve su rostro
se ensancha en las púas de la estrella
accidenta su aliento hacia una desaforada
óptica de lechuzas

Da bruscos pasos en la circunferencia de mi ojo
su musculosa lengua intenta saciarse
con mi espalda
viene a desvelarse conmigo
se mete como una aguja en mi sueño
comienza a secuestrarme por el esternón
siento como clava sus palabras en mi cuerpo
de tanto hablar su saliva arruina la almohada

Ella ya no está a mi lado
me ha dejado sin huesos para poder levantarme
su sombra se divisa a la luz del amanecer
se balancea en el trajinar del péndulo
para lanzarse sin dirección al mar.

Por la espiga de una hoguera
fisgo el sueño en un anciano
El mar arranca de mi retina
mis dedos hincan el pómulo de una sirena
que estuvo manipulada por el silencio
sin saber a quien estigmatizar
su venérea sonrisa
Beso su inconsciente indómito
me adentro en abismos de algodón
y a gatas busco el insanable camino de Marte

La sirena construye mi prisión en la cornisa del sombrero
impide escapar las utopías
su cabello se hunde en mi destino
para capitular su funeraria soledad
Suavemente presiono la nuca
trato de aproximar su rostro
y alcanzo a darle circunferencias con la nariz
mi alma se empaña en la arruga de su cuello
la incertidumbre da pulsaciones
en mi sangre
Le traigo el azar para incrustarle en los ojos
sin darse cuenta
inestable
pierde la gravedad que le sostenía en el mundo

La sirena me ve correr por el filo de la tijera
su pensamiento titubea las plataformas
donde asentamos la promesa
Cuando llega la médula del alba
su pequeño pezón desespera de tristeza
necesita alas para abandonar
el espejismo que le invade.

La encuentro por encima de un candado
su cuerpo
triturado de fantasmas
de-forma la sombra polar de una anciana
En el desagüe del molino
un delirio se aprovecha de mi cansancio
remuevo cajones del amanecer
y almaceno los actos de mi palabra espía
Todos duermen en el calvario
las bufandas de cera absorben su estertor
los saltamontes
entristecen en el zaguán
y abandonan la morada del hongo

Alucina tenerme en su memoria
trémula
y solitaria
desmantela mi nombre
tantea rotativamente con el índice su sien
Suda un mar abnegado en su mirada
tiene debilitados los músculos de la boca
sus huesos no andan en la planicie
En su melena alguien retiene el rubor de la noche
porque todavía recibe el manotazo de las olas
El agua del pozo se lleva mi sueño
y los faros depuran las luces de los ciegos
Al fin se duerme
después de mi disparo.

Consternada
con una balanza de mares
busca en su cabecera
las iniciales del tiempo
la babosa
arrastra su viscosidad en una estampa
que sostiene alguien
y disloca su muerte
de la mecedora
su movimiento continúa
hasta detenerse
siente su presencia nomás
y sabe
que su alma no va a regresar
por la ventana de los segundos
para tejer mechones con el surtidor

La rapidez del agua
mana en sus ojeras
el tartamudeo de su muerte
rompe los peldaños de la escalera
y va a refregar su mejilla
en el poro del alba
Abre un grifo y sale su destierro
a drenar cuchillos
mueren
uno
sobre
otro sus pensamientos

Sus pies huyen despavoridos
y debajo de la cama
el lamento de los niños
pudre sus alargadas manos
Su palabra desvanece
el babeante silencio
no tiene miedo
de bajar a ver el invierno desde el agujero
y llevarse
en la manga de sus Karmas
el polvo de los cuerpos.

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