GUSTAVO BETANCOURTH Y JUAN PABLO MOGROVEJO INTEGRANTES KB, COLABORAN EN ESTA OCASIÓN CON ESTE POST DE CREACIÓN LITERARIA. LEAMOS SUS TEXTOS.
“VIDA DE(1) AHORCADO”
GUSTAVO BETANCORTH
GUSTAVO BETANCORTH
Soy un animal
enfermo de suicidio
aruñando
un último silogismo
cifrado en cantos mortales
que se mecían en mi cuna,
forjados el día que al no reconocerme,
me torturé
habitándome en personaje
Cómo no preguntar:
¿de qué pensamiento...
de qué olvido formo parte?
/
Cuando mi espíritu venza
nueve punto ocho metros sobre segundo
declarándose ascendente,
¿seré concurrido por tu memoria
sin sombra?
Mi árbol de los sueños canta.
Mis juguetes redoblan suspiros inocentes.
Mi ejercicio lunar se compila en un libro.
Todos dan cuenta
de mis trozos de tiempo retirados
S/T
JUAN PABLO MOGROVEJO
Me imagino en una pensión, buscando respuestas en el tango y el alcohol. Afuera, por las calles de esta ciudad las cosas no me dicen nada. Siguiendo la línea por dónde avanzan los autos, con mis pies ya estirados por el calor del pavimento. O, con mis orejas fuera de su sitio por los fríos de la noche. Quizá porque no pongo atención o viceversa, pero siento que con esta ciudad no me llevo muy bien. ¿Será solamente con esta ciudad?
Me imagino en una pensión, las ropas recién lavadas tienen ese aroma de viejos tiempos, los que no viví, pero me gustan por su sabor, un sabor verdadero y no estas porquerías de ahora. Un buen tango, un rock del vecino vistiendo una sudadera de arguna banda, saliendo a buscarse una casa para vaciarla. La señora de robusta complexidad lavando la ropa de otros y preparando un desayuno que avanza para una persona, pero se lo sirve a cuatro. Antes, incluso el robo y la pobreza tenían ese color personal. Seguramente quienes lo vivieron sabrían pensar como yo, pero ellos de los tiempos de más atrás. Todo tiempo pasado es mejor dicen y es cierto; cuando ya no ves por las calles una camiseta de una buena banda ni la ropa colgada, sabes que el disco se acabó y esa música ya no volverá. O todos han mejorado su forma de vivir o esta ciudad ya terminó muriendo.
Sólo debo subir unos escalones improvisados para llegar a una pieza de tres metros por dos , o mejor dicho, de tres metros para dos, vivo con un invitado más. ¿Quién?
Me imagino en una pensión de otra ciudad, la cosa parece mejorar, incluso la vista que tengo de esa horrible muestra de arquitectura que es esa iglesia pseudo-gótica luce como la gran maravilla. Si, a esta ciudad se la vive mejor cuando se la aprecia desde afuera. Cuando uno mismo se cree la historia de que es otro lugar, o como sitan solo se estuviese de visita y la viera por primera vez.
La pieza tiene goteras y no deja de vivir conmigo ese viento. ¡Una pieza de tres metros para dos! Las ventanas son sólo unos huecos hechos en la pared de madera que los dueños se las ingeniaron para obtener dinero de lo que antes había sido una terraza subutilizado. Cuando uno se da cuenta de que las cosas no están bien se pregunta. ¿Sabrá alguien que estoy acá? Sí, la camiseta, las ratas, las señora gorda multiplicada lo saben y, eso me gusta. Es mi pensión después de todo, un lugar.
Levantarse temprano. Comprar un sobrecito de café. Disfrutarla como si fuera el último es cosa de todos los días, y los días, son una madriguera de conejos. Cada semana en esa pensión debe tener por lo menos unos quince días. O así se los siente.
Me imagino en una pensión, donde yo vivo, en esta ciudad las cosas van desde lo real a lo más real y sinceramente no me he mudado porque esa pensión seguramente no existe.
oye el poeta es flojo...
ResponderBorrarjulio bustamente
a mi me gusta el frio del texto del ahorcado, el vacio potencial, tal vez esa nada es lo que lo hace inobjetal.
ResponderBorrarPACO BATISTA
guau
ResponderBorrarbuen esfuerzo de su página web
ningún grupo tiene algo parecido
alguna introducción
sobre cada texto nos permitirá comprender
el proceso de cada quien
saludos
Hola Gus:
ResponderBorrarSabes tu poema es diferente...no es la típica queja satirizada del suicidio...y eso de cierto modo lo hace genial...
te felicito....
besitos
Chinita